BUENOS DÍAS – MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024
Comenzamos nuestro saludo al Señor: En el nombre del Padre…
LECTURA - CUENTO
Cristian casi no vio a la señora en el auto parado al costado de la carretera. Llovía fuerte y era de noche. Pero se dio cuenta de que ella, bastante mayor, necesitaba ayuda… Paró su auto y se acercó. El auto de la señora olía a nuevo.
La señora pensó que aquel hombre podría ser un asaltante. No inspiraba confianza; parecía pobre y hambriento.
Cristian percibió que ella tenía mucho miedo y le dijo: “Estoy aquí para ayudarle, señora; no se preocupe. No hace falta que salga del coche. Dentro estará más calentita. A propósito, mi nombre es Cristian”.
Bueno, lo que pasaba es que el auto de ella tenía una rueda pinchada. Cristian se agachó, colocó el gato mecánico y levantó el auto. No tardó mucho en cambiar la rueda, pero quedó un poco sucio y con una herida en una de las manos…
Cuando apretaba las tuercas de la rueda, ella abrió la ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que solo estaba de paso por allí y que no sabía cómo agradecerle su preciosa ayuda. Cristian apenas sonrió mientras se levantaba.
Ella preguntó cuánto le debía. Ya había imaginado todas las cosas
terribles que podrían haber pasado, si Cristian no hubiese parado para
socorrerla. Pero Cristian no pensaba en dinero, le gustaba ayudar a las
personas. Era su modo de vivir. Y respondió: “Si realmente quiere pagarme, la
próxima vez que encuentre a alguien que precise ayuda, ayúdele y acuérdese de
mi”…
Algunos kilómetros después, la señora se detuvo en un pequeño restaurante; se le acercó una camarera, con una toalla limpia para que secase su mojado cabello, que le dirigió una dulce sonrisa…
La señora notó que la camarera estaba embarazada, pues tenía un
vientre abultado. Debía de estar cansada y, quizá, dolorida, pero todo el rato
mantuvo su actitud amable.
Entonces se acordó de Cristian.
Después de cenar y, mientras la camarera buscaba cambio, la señora se fue.
Cuando la camarera volvió, se asombró porque la señora no había esperado las vueltas. Al ir a recoger la mesa, vio que había escrito algo en la servilleta, sobre la cual había, además, 5 billetes de 100 euros.
Le brotaron las lágrimas cuando leyó lo que la señora había
escrito: “Este dinero es para ti. No me lo tienes que
devolver. Ya tengo bastante. Alguien me ayudó hoy, de la misma forma en que
ahora yo te estoy ayudando. Si realmente quieres devolverme este dinero, no
dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a alguien”.
Aquella noche, cuando fue a casa, cansada, se acostó en la cama; su marido ya estaba durmiendo y ella se quedó pensando en el dinero y en lo que la señora dejó escrito. ¿Cómo pudo saber la señora qué falta les hacía a ella y a su marido aquel dinero? Con el bebe que estaba por nacer,…
La camarera, al acostarse, le dio gracias a Dios y se volvió hacia su marido, que incluso durmiendo parecía preocupado. Le dio un beso suave de buenas noches y le susurró: “Todo saldrá bien; te amo… Cristian”.
REFLEXIÓN
·
Podéis volver a leer el último párrafo… ¿Te has dado cuenta quien era el marido de la camarera?
· ¿Qué has aprendido de este cuento?
ORACIÓN
FINAL.
Decimos a nuestra Madre Auxiliadora: Dios te salve, María…
María Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros.
¡FELIZ MARTES!
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